domingo, 24 de abril de 2011

Cebollitas peruanas con animosidad

Ingredientes
1 cebolla cortada en escamas
1 limón.
sal a gusto
1cucharadita de aceite de oliva
pan casero

Preparación
La preparación se constituye en base a dos aspectos, ambos igual de importancia.
Por un lado la conjugación de los ingredientes resulta vital para que este sabroso manjar se convierta en la entrada o tentempié de cualquier plato principal, por lo sutil y frágil de sus sabores.
En segundo lugar es fundamental la ambientación al prepararlo.
Usted dirá que esto no es requisito excluyente, se equivoca.
Lo primero es poner la música indicada.
Haga un análisis de su estado de animo y elija aquella música que mejor represente dichas emociones,
o aquella otra que despierte los sentimientos que quiere evocar.
Luego llene su copa con una bebida espirituosa
-recomiendo vino, pero eso se debe a mi afinidad con su capacidad de despertar a los duendes.-
Realizado este rito no apure los horarios, este es el secreto de las cebollitas con animosidad.
Ha llegado el momento de buscar un cacharrito de barro cocido,
una tabla de madera mediana, y un cuchillo con filo.
Ahora dispóngase a llorar.
Pero no se confunda, no se trata de que la tristeza lo lleve a derramar lágrimas,
sino porque el arte de picar la cebolla es así.
Corte la cebolla en escamas, sienta el aroma que le destapa la nariz,
las yemas de los dedos que se van impregnando con los jugos viscosos,
que demorarán el resto del día en abandonar la mano si no sabe cómo quitárselo adecuadamente.
Terminado este proceso ponga la cebolla en el cacharro,
rocíe con limón al tiempo que sala la preparación.
Limpie sus lágrimas para que no afecten el sabor del menú al caer indebidamente sobre la cebolla picada.
Las finas escamas cambiaran de consistencia con los aliños.
Entonces tararee el tema que suena, y sorba un trago de vino.
Piense que cada vez que  prepare esta receta recordará ese día apacible,
esa música, y querrá tener ese ánimo maravilloso.
Cual si las cebollas peruanas tuvieran la animosidad de traer siempre la felicidad a usted.
Luego  coloque el aceite. Si no tiene oliva de por terminada la preparación
-es preferible que falte dicho ingrediente a arruinar la entrada con un aceite malo.-
Corte el pan casero en trocitos no muy grandes, un cuarto de rodaja recomiendo.
Presente la entrada silbando a sus invitados, promueva un brindis.
Y guarde la imagen de su alegría en la retina.
Entonces, cuando esté triste, cuando el pecho le oprima la caja,
cuando sienta que anda sin rumbo, busque la receta, siga los pasos.
Y no olvide que el secreto está en que piense en aquella vez que la "cebollita peruana con animosidad" le hizo ver que la vida tiene instantes maravillosos,
sólo hay que saber verlos para darse cuenta de que vale bien la pena la felicidad de los instantes.